sábado, 12 de enero de 2019

«Me enfrento desde hace cuarenta años a los daños causados por la desaparición de la figura paterna»

El psicoanalista Jean-Pierre Winter pide «salvar al padre», es irremplazable

Jean Pierre Winter es un psicoanalista francés con una extensa obra a sus espaldas
Autoritario, protector, profesor, separador, amante o incluso ausente, el padre ha tenido siempre un papel fundacional, tanto en la célula familiar como en la jerarquía social. ¡Quién lo diría...! Debilitado cada vez más por leyes que le son poco favorables y por la explosión de las familias monoparentales, su papel es cada vez más cuestionado por los defensores de la evolución social. Las reivindicaciones de una PMA [Procreación Médicamente Asistida] abierta a las lesbianas son el último ejemplo de esta situación. Ante estas potenciales transformaciones, ¿se ha convertido el padre en un has been [algo que fue pero ya no es], o sigue siendo esencial?
Con el fin de responder a esta pregunta capital, el psicoanalista y escritor Jean-Pierre Winter ofrece el fruto de su experiencia y de su reflexión en su nueva obra, L'avenir du père [El futuro del padre]. A través de los trabajos de Freud, el análisis de la película La vida es bella y las conclusiones sacadas de sus consultas, subraya el lugar fundamental que ocupa la figura paterna. El experto, que había sido consultado con motivo de la ley del "matrimonio para todos" [matrimonio entre personas del mismo sexo], ha estudiado lo que constituye el carácter único de esta responsabilidad y las consecuencias de su progresiva desaparición. Es necesaria una labor educativa.
Estos son algunos extractos de su pensamiento, recogidos por Anne-Laure Debaecker en Valeurs Actuelles:
Por qué es necesario "salvar al padre"
A finales del siglo XIX, un filósofo visionario llamado Nietzsche anunciaba: "Dios ha muerto". En su opinión iban a surgir una serie de cambios inquietantes que, de alguna manera, ya se han llevado a cabo, al menos en Occidente: por ejemplo, el aislamiento creciente de las personas, la espera del superhombre, la esperanza depositada en un poder autoritario, incluso totalitario. Nietzsche no había previsto de manera explícita lo que parece surgir hoy, a saber: que no es sólo Dios quien ha "muerto", sino también, de rebote, la figura del Padre. Los padres han cambiado, todo el  mundo se da cuenta; y más de uno se inquieta. ¿Nos encaminamos hacia una sociedad sin padres? ¿Tenemos ya un pie en ella? ¿Qué cambios hay que esperar en la vida?
Daños que se manifiestan en la adolescencia
Como especialista en la infancia, me enfrento desde hace cuarenta años a los daños causados por la desaparición progresiva de la figura paterna. Necesité unos años para darme cuenta de que estos daños se manifestaban, sobre todo, en la adolescencia, porque es la edad en la que vuelve todo lo que ha sido mal metabolizado en la primera infancia. […] ¿Por qué es importante observar que todo lo que ha sido mal metabolizado en la primera infancia vuelve y produce síntomas en la adolescencia? Porque algunos estudios afirman que a los hijos concebidos "sin padre" les va igual de bien que a los otros. Pero estos estudios nunca indican la edad de los niños objeto del estudio. En un niño puede parecer que todo va bien hasta la edad de los 5-6 años, incluso los 12-13 años, pero de repente se "trastorna". ¿Por qué? Porque al dejar la infancia atrás, vuelven elementos de su vida anterior que habían sido reprimidos, censurados o inhibidos, ya sea para poder vivir con las personas tutelares, o a causa de los golpe violentos sufridos por el ambiente. Este niño "que iba bien", va menos bien; pero va tan bien, o tan mal, como los otros niños de edad similar. No pensamos que es un problema grave y esperamos que pase, sin tener en cuenta la enorme presión que está sufriendo la psique de este adolescente. 
La diferencia de los sexos es un hecho
La cuestión de la diferencia de los sexos ha sido, desde siempre, ampliamente debatida: por los moralistas, los religiosos, los filósofos y, también, por las personas comunes. Pero desde que los modernos afirman que la diferencia de los sexos no es más que un constructo social y personal, convendría responderles recordando lo siguiente: "¡De acuerdo! Pero hay una base. Es difícil de determinar, difícil de identificar, pero existe y hay que tenerla en cuenta". El constructivismo actual, mediante sus falsas simplificaciones, elimina la complejidad del problema.
Es evidente que en las diferencias entre el hombre y la mujer hay factores que se remontan a construcciones históricas, geográficas, etc. Pero lo mismo podríamos decir de la muerte. […] En toda percepción de la muerte, hay una parte de imaginario personal y otra de situaciones sociales. Gestionamos el tema de la muerte de manera diferente según el lugar y el tiempo, pero, a pesar de eso, la muerte sigue siendo la muerte, algo real. […] Sucede lo mismo con la diferencia de los sexos. Tampoco hoy sabemos por dónde pasa, pero pasa de todas formas.La diferencia de los sexos es un hecho, como la diferencia entre la vida y la muerte. Un hombre y una mujer pueden ser iguales entre ellos, pero no por eso son intercambiables. 
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Preservar la alteridad
El jurista y psicoanalista Pierre Legendre escribió: "El hombre es un animal genealógico". Esta fórmula, sorprendente a primera vista, quiere decir que el hombre no vive sólo en el presente, sino también con personas ausentes que nunca estarán ahí. Añadió lo siguiente: "El humano se construye teniendo en cuenta la alteridad. […] En primer lugar, la alteridad de sí mismo como alguien distinto del mundo, al mismo tiempo que recibe del mundo el reconocimiento de su alteridad". Y Kafka, en su diario, escribió: "En el combate entre el tú y el mundo, ¡apoya al mundo!". El sentimiento contemporáneo va en contra de las posiciones expresadas por Legendre, Kafka y muchos más. El mundo soy yo. Yo soy el mundo para mí solo. De ahí la obligación, que se impone cada vez más, de ser como los otros, la uniformización del mundo. Opuesta a esta lógica narcisista, la "voz primitiva" recuerda la presencia, en cada ser humano, de una alteridad irreductible. 
Consecuencias de una expulsión legal
El padre, decía el poeta Maurice Maeterlinck, es a la vez "el mandatario provisional del pasado" y "el órgano momentáneo de una multitud […] que tiene que venir". Que este eslabón intermediario entre el pasado y el futuro falte por accidente, por circunstancias de la vida o por falta de voluntad, o porque ha sido eliminado por una decisión legal, no es lo mismo en absoluto. La decisión legal actúa directamente  a nivel simbólico, suprime, no un ser, sino un lugar. Todos los que habría podido ocuparlo son descalificados por anticipado y, con ellos, quienes ocuparon este lugar en el pasado. Dicho de otro modo, han muerto anticipadamente, lo que les envía al lado del "padre de la horda". Se les acusará de un patriarcado en parte fantasmal, no se sabrá leer el conocimiento de lo humano que podía  haber en ellos.
¿Desaparecerá también el eco de su voz? Es de temer que nuestros hijos busquen puntos de apoyo junto a quienes saben explotar en su beneficio el odio que suscitarán siempre un rival, un aguafiestas, un representante de la autoridad y todo el que sea más fuerte que yo. El odio asesino o la desesperación, o ambos. La realidad, en cambio, es que la ambivalencia del padre hacia el hijo y del hijo hacia el padre tiene la posibilidad de ser definitoria porque pueden comprenderse y enfrentarse. 
Yihadistas: ¿dónde están los padres?
Como todo el mundo, estoy preocupado por los terribles atentados cometidos por los yihadistas, sobre todo desde que tuvieron lugar en París, ¡casi bajo mi techo! […] En una ocasión le pregunté a un conductor de taxi de origen magrebí si seguía todo el tema y si tenía algo que decir. Me dio una respuesta que nunca hubiera imaginado: "Pero, ¿dónde están los padres de estos jóvenes? ¡Nunca se oye hablar de los padres!". Tenía razón. […] Gilles Kepel, experto reconocido en estas cuestiones, ha hecho interrogar, y ha hablado personalmente, con numerosos terroristas encarcelados. Ha constatado un único punto en común en todos estos jóvenes peligrosos: la ausencia del padre, de una forma u otra. […] Cuando no hay padres ¡están los hermanos! Los yihadistas declaran ser todos hermanos, comparten la misma fe intransigente y la misma crueldad. Allí abajo, en su país, les llaman ¡leones! Morirán con sus cinturones llenos de explosivos o en sus camiones locos con el fin de destruir a los infieles. 
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El riesgo de la segregación
La eliminación del padre de los términos de la ley atañe a todo el mundo. La causa: el padre pasa a ser "facultativo". Un padre ad libitum. En primer lugar, esto crearía una forma de segregación entre quienes han nacido de un hombre y de una mujer y quienes han nacido de otro modo, de una mujer y de nadie más, por ejemplo. En segundo lugar, este carácter "posible" del padre se extendería a toda la sociedad. Un niño insatisfecho podría decirle a su padre: "Perdona, pero no te necesitamos. Aquí solamente se te tolera". 
Una diferencia permanente
Me gustaría intentar formular una diferencia que no suele destacarse: no es lo mismo nacer de dos personas diferentes por naturaleza, un hombre y una mujer, incluso si tienen mucho en común, nacer siguiendo una ley de la naturaleza que no podemos recusar, relacionarnos desde el principio y necesariamente con un cuerpo y una voz de hombre y un cuerpo y una voz de mujer. Sus formas de tocarnos, de llevarnos, de alimentarnos, de sonreír, etc., no son iguales. Cualquiera que sea la idea que tengamos de su diferencia, esta se nos presenta desde el principio. Desde el principio tendremos que afrontar esta diferencia de roles y de sexos, y podremos desempeñarlos. Por ejemplo, sabremos por las sensaciones del cuerpo que existe otro tipo de relación distinta a la relación de control, que es la relación original con la madre, etc.
Sin duda es muy distinto haber nacido mediante la ciencia porque dos personas de sexo idéntico recurrieron a ella, y cuyas diferencias serán sólo esas que tienen que ver con la personalidad de cada uno o cada una.
Relacionarse con el otro sexo de manera ocasional y externa no tiene, en absoluto, los mismos efectos que estar siempre en contacto con sus diferencias. […] Estas prácticas [padres del mismo sexo] existen y sé por experiencia que son intentos de solución a dificultades que se consideran insuperables. No quiero juzgar. Para los psicoanalistas, las repercusiones se miden en más de una generación. Sólo deseo que se midan las posibles consecuencias antes de darles, por ley, un lugar equivalente al de las familias tradicionales. Tal vez sería el  momento de recordar el principio de precaución. 
Traducción de Elena Faccia Serrano.


















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