sábado, 17 de noviembre de 2018

Por qué hay que aprender a pedir perdón

Son muchas las personas a las que les cuesta mucho perdonar. Descubramos por qué

STRUGGLE
El perdón es un concepto cargado de emocionalidad. Solicitamos el perdón para una acción nuestra que ha causado un daño, o perdonamos a otra persona cuya acción nos ha infligido un daño. En el tema del perdón, al igual que en otras cuestiones tan asociadas a las emociones, las personas mostramos notables diferencias. 
El perdón está muy conectado a la educación que hemos recibido. De pequeños nos enseñaban a pedir perdón y a perdonar. Son “habilidades” básicas que muchos padres y madres consideraban imprescindibles.
Ser capaz de perdonar es además de una virtud, una habilidad social que se aprende, pero cuya práctica entraña mayor o menor dificultad en función de los rasgos de nuestra personalidad y de nuestra forma de gestionar las emociones.

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Cuando en una relación entre dos personas una resulta dañada como consecuencia de una acción de la otra, se produce en un primer momento una experiencia subjetiva de “no-perdón”. Podríamos decir en este sentido que, en general, la reacción más inmediata es no perdonar, luego, perdonar es una acción consciente que requiere de nuestra voluntad y de nuestra determinación. El “no-perdón” afecta a diversos niveles:
  • Nivel afectivo: sentimientos de rabia, dolor, tristeza, confusión y una sensación de traición.
  •  Nivel cognitivo: representaciones ofensivas del ofensor, fantasías o pensamientos de venganza, preguntas de por qué o si la persona ofendida ha tenido alguna culpa, y pensamientos de finalización de la relación con el ofensor.
  •  Nivel conductual: comportamientos de evitación del ofensor o de distanciamiento, o comportamientos de enfrentamiento al ofensor y llanto.

Beneficios de pedir perdón o de perdonar

Cuando somos perdonados o solicitamos con sinceridad el perdón, se producen efectos beneficiosos:
  •  Aumenta la autoestima.
  • Disminuye el estrés.
  •  Disminuye la ansiedad.
  •  Disminuye la tristeza.
  •  Mejora nuestro estado físico: disminuye la presión sanguínea, la tensión arterial y la tasa cardíaca.
  • Nos hace mejores personas con enormes beneficios personales, familiares y sociales.

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El perdón es la clave: “Es al perdonar cuando somos perdonados”.

Algunas actitudes fundamentales al pedir perdón.

  1. Analizar la ofensa, piensa en el error que has cometido y el daño que has hecho con buena empatía hacia la persona ofendida.
  2. Solicita el perdón, exprésate de forma breve introduciendo palabras cómo “lo siento”, “disculpa por”, “perdona por”. Muestra tu arrepentimiento sin dramatizar o exagerar. Muestra una disculpa sincera. 
  3. Escucha y reconoce la importancia de lo ocurrido. La otra persona está ofendida por lo que has hecho. Deja que exprese sus sentimientos. Acoge sus emociones si justificarte ni exigir el perdón. 
  4. Indaga cómo reparar el daño. Para solventar el daño, y que la persona pueda perdonar, tienes la opción de preguntar qué puedes hacer para arreglar lo sucedido. La persona ofendida en ese momento podrá o no podrá decirte cómo resolverlo. Si te lo dice, comienza cuanto antes. Si no es así, espera un tiempo para volver a intentarlo. Hay que esperar a que la persona ofendida decida qué hacer.
Recuerda que perdonar o solicitar el perdón, no es olvidar o negar lo ocurrido y sus consecuencias, sino que es un acto voluntario y responsable de re-conciliarte con la persona con la que se ha producido el hecho. Perdonar es un gesto de almas nobles, grandes, y llenas de amor.
 Javier Fiz Pérez, Aleteia



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