lunes, 26 de marzo de 2018

El héroe de Carcasona hizo la 1ª comunión con 35 años, luego pidió a la Virgen la mujer de su vida

El padre Jean-Baptiste cuenta la historia de fe de Arnaud Beltrame y su novia Marielle

El héroe de Carcasona hizo la hizo la primera Comunión a los e35 y luego pidió a la Virgen la mujer de su vida

El padre Jean-Baptiste es monje en la abadía de Lagrasse (Aude), y acompañó en sus últimos instantes al teniente coronel Arnaud Beltrame en el hospital de Carcasona en la noche del 23 al 24 de marzo. Le conocía bien porque le había preparado para el matrimonio, que debía celebrarse en junio.

Beltrame, nacido en un hogar poco practicante, se convirtió en 2008 y recibió la Primera Comunión y la Confirmación en 2010, tras dos años de preparación. Recientemente había hecho el Camino de Santiago.

A raíz del crimen islamista que condujo a su muerte, donde se ofreció a cambio de una rehén en un supermercado de Trèbes (a 7 km de Carcasona) y posibilitó el asalto policial, el sacerdote ha contado su historia, que reproducimos íntegra a continuación

"Conocí por casualidad, durante una visita a nuestra abadía, monumento histórico, al teniente coronel Arnaud Beltrame y a Marielle, con quien acababa de casarse civilmente el 27 de agosto de 2016. Simpatizamos enseguida y ambos me pidieron que preparase su matrimonio religioso, que yo debía celebrar cerca de Vannes el 9 de junio próximo.

»Así pues, pasamos muchas horas trabajando los fundamentos de la vida conyugal durante dos años. Yo acababa de bendecir su hogar el 16 de diciembre y habíamos concluido su expediente canónico para el matrimonio. La hermosísima declaración de intenciones de Arnaud me llegó cuatro horas antes de su muerte heroica.

»Esta joven pareja venía habitualmente a la abadía a participar en las misas, oficios y enseñanzas, y en particular a un grupo de acogida, Nuestra Señora de Caná. Formaban parte del equipo de Narbona. Aún vinieron el pasado domingo.

»Inteligente, deportivo, hablador y carismático, a Arnaud le gustaba hablar de su conversión. Nacido en una familia poco practicante, vivió una auténtica conversión en torno a 2008, a los 33 años. Recibió la primera comunión y la confirmación tras dos años de catecumenado, en 2010.

»Tras una peregrinación a Sainte-Anne-d’Auray en 2015, donde pidió a la Virgen María encontrar a la mujer de su vida, empezó a salir con Marielle, cuya fe es profunda y discreta. La petición de mano se celebró en la abadía bretona de Timadeuc en la Pascua de 2016.

»Apasionado por la Gendarmería, alimentaba desde siempre gran pasión por Francia, por su grandeza, por su historia, por sus raíces cristianas, que había descubierto con su conversión.

»Al ofrecerse en lugar de los rehenes, probablemente estuvo animado con pasión por su heroísmo de oficial, porque para él ser policía quería decir proteger. Pero el sabía el riesgo extraordinario que asumía.

»El era consciente también de la promesa de matrimonio religiosa que había hecho a Marielle, con quien ya estaba civilmente casado y a quien amaba tiernamente, de eso soy testigo.

»¿Entonces? ¿Tenía derecho a asumir tal riesgo? Creo que solo su fe puede explicar la locura de ese sacrificio que hizo hoy para admiración de todos. Él sabía que, como nos dijo Jesús, “no hay mayor amor que el de quien da la vida por sus amigos” (Jn 15, 13). Él sabía que, si su vida comenzaba a pertenecer a Marielle, también era de Dios, de Francia, de sus hermanos en peligro de muerte. Creo que solo una fe cristiana animada por la caridad podía pedirle ese sacrificio sobrehumano.

»Pude verle en el hospital de Carcassone hacia las nueve de la noche del viernes. Los policías y los médicos o enfermeras me llevaron hasta él con una gran delicadeza. Él estaba vivo, pero inconsciente. Pude darle la extremaunción y la bendición apostólica in articulo mortis. Marielle respondía a esas bellas fórmulas litúrgicas.

»Era Viernes de Dolores, justo antes de comenzar la Semana Santa. Acababa de rezar el oficio de nona y el viacrucis por su intención. Pedí al personal que cuidaba de él si podría tener una medalla de la Virgen, la de la Rue du Bac, de París [Medalla Milagrosa], junto a él. Comprensiva y profesional, una enfermera la sujetó a su hombro.

»No pude casarle, como se ha dicho equivocadamente en un artículo, porque estaba inconsciente.

»Arnaud no tendrá jamás hijos carnales. Pero su heroísmo impactante va a suscitar, creo, numerosos emuladores, dispuestos al don de sí mismos por Francia y su alegría cristiana".


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