sábado, 2 de septiembre de 2017

Laicos: Testigos en virtud de los dones que les han sido otorgados

Algunos han ha hablado del "Gigante Dormido". ¿De quién se trata? Pues de usted - a no ser que usted se reconoce en la descripción de cómo es el laico, descripción que hace 50 años ha propuesto el Concilio Vaticano II. Con sólo imaginarse que todos los católicos aquí y ahora están dando testimonio de su fe, hace estremecer el corazón creyente.


laicos testigos de fe

...Los laicos tienen como vocación propia el buscar el Reino de Dios ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según Dios. Viven en el mundo, en todas y cada una de las profesiones y actividades del mundo y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, que forman como el tejido de su existencia. Es ahí donde Dios los llama a realizar su función propia, dejándose guiar por el evangelio para que, desde dentro, como el fermento, (cf Mt 13,33) contribuyan a la santificación del mundo, y de esta manera, irradiando fe, esperanza y amor, sobre todo con el testimonio de su vida, muestren a Cristo a los demás. A ellos, de manera especial les corresponde iluminar y ordenar todas las realidades temporales, a las que están estrechamente unidos, de tal manera que éstas lleguen a ser según Cristo, se desarrollen y sean para alabanza del Creador y Redentor... 

El apostolado de los laicos es una participación en la misión salvadora misma de la Iglesia. Todos están destinados a este apostolado por el Señor mismo a través del bautismo y de la confirmación. Los sacramentos, y sobre todo la eucaristía, comunican y alimentan el amor a Dios y a los hombres, que es el alma de todo apostolado. Los laicos tienen como vocación especial el hacer presente o operante a la Iglesia en los lugares y circunstancias donde ella no puede llegar a ser la sal de la tierra sino a través de ellos. Así, todo laico, por el simple hecho de haber recibido sus dones, es a la vez testigo e instrumento vivo de la misión de la Iglesia misma según la medida del don de Cristo.” (Ef 4,7)... 

Todos los laicos, por tanto, tienen la sublime tarea de trabajar con empeño para que el designio divino de salvación llegue cada vez más a todos los hombres de todos los tiempos y lugares. Por tanto hay que abrirles el camino en todas partes para que también ellos, según sus posibilidades y las necesidades de los tiempos, tomen parte activa en la misión salvadora de la Iglesia.
Concilio Vaticano II  Lumen Gentium 31-33 


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¡Despierta, Gigante Dormido, Despierta!

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